jueves, 23 de agosto de 2012

Amar Educa:Transformación en la convivencia


Hoy fui  a escuchar a Humberto Maturana en su Charla  “Amar Educa:Transformación en la convivencia” en la Estación Mapocho. Olvidé mi libreta de apuntes por lo que todo catálogo a mano me fue de utilidad para tomar estas poquitas notas, que hoy me tomo la libertad de compartir con Uds.
Al presentarlo obviamente todos aplaudimos. Es en ese mismo instante en el que comienza su reflexión, expresando que siempre le ha llamado la atención los aplausos, sobre todo los que se regalan antes de comenzar a hablar, porque lo que en realidad implican esos aplausos son nuestras expectativas, lo que esperamos encontrar de parte de él, que puede que ni se cumplan. De acuerdo a su exposición, las personas somos generadores de teorías, es decir de sistemas explicativos lógicos que buscan coherencias…las expectativas se basan en nuestras teorías frente a lo que nos rodea y frente a los otros…pero nos interroga…¿necesitamos teorías para vivir, para nuestras coordinaciones de haceres en la convivencia?.Maturana dice que las teorías orientan nuestro vivir y se transforman en nuestras certidumbres, son nuestro cúmulo de conocimientos …. pero ese conocimiento, ese saber, esas teorías, paradójicamente restringirían la reflexión. La reflexión no sería un acto en la razón sino un acto en la emoción. Es el hogar el primer lugar dónde comenzamos a reflexionar a través de las preguntas, a preguntarnos por lo que hacemos y cómo hacemos las cosas, a través del lenguaje. Cuando un niño pregunta ¿cómo se hace? Es porque busca hacerlo bien y aprende a vivir en un espacio donde hay placer en hacer las cosas bien si es escuchado, si es visto por otro, si es respetado por otro. Pero para esto debe haber disposición, tiene que importarme el otro. Para Maturana vivir en el lenguaje implica plasticidad concensual y la inteligencia plasticidad conductual (no acumulación de conocimiento). “Los problemas de convivencia (espacio relacional humano) que se presentan, no son de inteligencia, son de la emoción”. El miedo, la competencia, la negación del otro, el no ser visto, el no ser escuchado, restringe la plasticidad conductual (es decir la inteligencia), restringe la reflexión, la atención. La única emoción  que no lo hace es el amor ya que está abierto a encontrar lo que aparezca, solo a través de él podemos soltar nuestras certidumbres, nuestros prejuicios, nuestras teorías, para ver, para mirar como un niño pequeño…luego viene el razonar para luego escoger lo que queremos.
Amar es fundamental para la convivencia. Cuando un niño le dice a su mamá “la profesora no me quiere…” lo que dice es que la profesora no lo ve, no lo escucha, no lo respeta…lo contrario,  ser amado, ocurre cuando es escuchado, es visto, sin prejuicios, sin supuestos. La importancia de esto es que el espacio relacional donde vivimos, donde estamos en lo cotidiano nos transforma… “nos transformamos en la convivencia según la convivencia que vivamos”.Si estamos en un entorno de amor nos vamos a transformar de una forma diferente a si estamos en un entorno de competitividad y negación del otro. Los niños aprender del convivir de sus maestros y maestras, si sus maestros reflexionan, si tienen la disposición de preguntarse si es válido lo que piensa, si el maestro suelta sus certidumbres de saber lo que cree que sabe y escucha…luego es libre para escoger y seguir lo que quiere…¿quiere una convivencia democrática, de mutuo respeto, de cooperación o una convivencia basada en imposiciones y competitividad?...
Ya viene el aplauso final para Maturana y yo me retiro del salón más Maturanizada  y en AMORada que nunca…

Patricia Miranda Alvarado
Psicóloga
Programa de Integración Escolar                                          Agosto 23 del 2012

miércoles, 15 de agosto de 2012

Escuela y Familia: en actual divorcio



Escuela y familia: en actual divorcio


       Hablemos de la relación familia-escuela, en escenarios de vulnerabilidad socio-cultural.

        No cabe duda que la organización de la familia en el devenir histórico, se ha transformado. Si miramos los tipos de grupos familiares desde donde provienen nuestros educandos, es posible encontrar familias monoparentales, ensambladas o de padres separados, así como aún existen aquellas nucleares y también extensas, pero a medida que pasa el tiempo nos encontramos mayormente con las primeras mencionadas. La condición sociológica de la familia ha cambiado.

          Ha cambiado en su organización y en su función. El rol de los padres se ha desvirtuado, según Pilar Sordo, “los padres actuales hemos perdido la certeza, la sensación de establecer autoridad se nos fue”; así mismo Julián Marías hace referencia a la “dimisión de autoridad en lo que refiere a los padres”. Entonces, nos encontramos con niños y niñas, y digo niños y niñas porque me ubico en la edad de 7, 8 o 9 años, que dominan a sus padres, y padres que muchas veces temen a sus hijos, que no logran establecer límites ni normas porque para eso es necesario ser sistemático, es necesario decir que “no”, pero como no queremos tener conflictos con ellos, a todo le decimos que “si” transformándonos en sus amigos.

         Los padres no pueden ser amigos de sus hijos, lo que no quiere decir que se destruyan los lazos afectivos y de confianza entre ambos, sino por el contrario, nuestros hijos requieren de aquellos adultos que pueden orientarlos, organizarles su mundo, que logren dar la seguridad necesaria para que puedan desenvolverse en el mundo en que viven con confianza. Ningún hijo o hija, en periodo de formación, logra organizar su mundo de buena manera sino tiene las orientaciones adecuadas de la familia, pues la familia es su primer núcleo social y quienes le entregan los primeros valores y creencias que lo formarán como persona.

          La autoridad de los padres se relaciona estrechamente con cumplir con la palabra, una o dos veces se comunica la decisión, sanción o premio y eso se ejecuta, por ejemplo, no es posible decirle a nuestro hijos (as) que tienen un castigo por no haber cumplido con sus deberes y después de 5 minutos arrepentirnos y levantarles el castigo, o por el contrario, no podemos ofrecerles una premio por haberse destacado en alguna de sus obligaciones y después no dárselos ¿cómo ellos van a creer en nosotros? ¿Cómo van a creer en ese adulto que modela su vida si es una persona que no cumple? Nuestros compromisos con ellos y el cumplimiento de estos son los que nos dan la autoridad necesaria para que nos puedan percibir como adultos “creíbles”.

      Cuando los padres han perdido la autoridad, pierden las orientaciones de cómo formar a los hijos, y comienzan a reflejarse en la conducta de los niños y niñas. Este es el nudo de conflicto que involucra a la escuela.

        La escuela tiene como misión formar a los educandos que ingresan a ella desde parámetros de enseñanza que les permitan en un futuro socializar de la mejor manera en su mundo circundante y en aquel con que van a interactuar cuando sean adultos. Para lograrlo, la escuela debe mantener procesos sistemáticos, y en una de las áreas de formación donde debe ser metódica y perseverante es en la enseñanza de normas, de deberes y de hábitos. Esto es absolutamente necesario para lograr mantener una convivencia de calidad y para que cada uno de nuestros educandos, desde el cumplimiento de sus deberes, logre ser un niño, niña o adolescente responsable. Algunas de las normas que los profesores deben dirigir es el respeto por sí mismo y por el otro, es el valorarse a sí mismo y al otro, el validarse a sí mismo y al otro, siendo este otro un par o un adulto. ¿pero como la escuela puede lograr esto si se enfrenta con personitas que han perdido la certeza en sus propios padres que se supone son a los primeros que le debe respeto?. No es responsabilidad de ellos, es responsabilidad de los adultos que están dirigiendo su formación.

        Como existe una evidente diferencia en la manera de educar de estos dos núcleos socializadores, que son los primeros y los más importantes en la vida de una persona, se produce el enfrentamiento entre ambos y el distanciamiento por consecuencia. Es fácil encontrar experiencias donde el padre o la madre son citados a la escuela por algún conflicto mal resuelto al que ha sido enfrentado el menor, y podemos ser testigos de un enfrentamiento entre padres profesores, los primeros fehacientemente defendiendo la postura de su hijo o hija, porque como estos ya han perdido su autoridad, para aminorar esta culpa, defienden la postura de sus hijos sin lograr escuchar lo que se quiere comunicar, entonces frente a esto el profesor no tiene más que hacer que juzgar a esa familia y catalogarla como conflictiva rompiendo relación con ella ¿Por qué? Porque no se han logrado comunicar.
También es recurrente encontrar situaciones en que desde la escuela se cita una, dos, tres, diez veces al apoderado a cargo de aquel niño o niña y no hay respuesta a esta citación porque con suerte la familia apareció durante el proceso de matrícula y durante el año escolar son agentes invisibles. ¿Por qué? Quizás porque ya saben que al acercarse a la escuela escucharán mil críticas de sus hijos, o porque quizás saben que la escuela demandará mayor responsabilidad de ellos, pero como esto ya es una tarea difícil, es mejor que la escuela se encargue de su educación.

           La familia y la escuela se deben reconciliar, la educación de nuestros niños y niñas debe ser de ambos, pero no por separado sino en co-resposabilidad, donde el profesor conozca la realidad habitual de sus estudiante, pero no porque la presume, sino porque fueron sus padres quienes se la comunicaron, pues son ellos los que manejan mayor y mejor información de su vida; dónde la familia no ignore lo que pasó ese día con su hijo, lo que aprendió, con quien jugó, lo que más le dificulta y lo más importante, lo que sintió. Es imperiosamente necesario que familia y escuela re-construyan sus canales de comunicación, de una comunicación eficaz que conlleve a una formación integral de nuestros niños y niñas, sólo así se sentirán nuevamente seguros, confiando en los adultos que dirigen su vida. Al estar coordinados familia y escuela, se recupera la autoridad que requieren percibir los educandos para creer nuevamente en los adultos, recuperan la sensación de protección que necesitan para desarrollar habilidades que van más allá de las asignaturas, sino que habilidades que les permiten sentirse seguros y capaces que pueden "ser los mejores".


Cristina Valencia Pérez
Profesora de Educacion Diferencial PIE

domingo, 12 de agosto de 2012

PIE en la Comunidad

Con motivo del mes de la Solidaridad, la Compañía de Teatro del Buen Trato, compuesta por alumnos del Programa de Integración del Colegio Los Jazmínes, estuvo presente en la iniciativa liderada por la profesora Sofía, de religión.Junto a ella y los alumnos de 5º básico, visitamos el Hogar de Ancianos de Melipilla entregando un momento de alegría a todos los ancianitos.Los niños por su parte tuvieron la oportunidad de conversar con ellos, compartir anécdotas y recibir sus enseñanzas de vida y muestras de afecto.