Hoy fui a escuchar a Humberto Maturana en su
Charla “Amar Educa:Transformación en la
convivencia” en la Estación Mapocho.
Olvidé mi libreta de apuntes por lo que todo catálogo a mano me fue de utilidad
para tomar estas poquitas notas, que hoy me tomo la libertad de compartir con
Uds.
Al presentarlo obviamente todos
aplaudimos. Es en ese mismo instante en el que comienza su reflexión,
expresando que siempre le ha llamado la atención los aplausos, sobre todo los
que se regalan antes de comenzar a hablar, porque lo que en realidad implican
esos aplausos son nuestras expectativas, lo que esperamos encontrar de parte de
él, que puede que ni se cumplan. De acuerdo a su exposición, las personas somos
generadores de teorías, es decir de sistemas explicativos lógicos que buscan
coherencias…las expectativas se basan en nuestras teorías frente a lo que nos
rodea y frente a los otros…pero nos interroga…¿necesitamos teorías para vivir, para nuestras coordinaciones de
haceres en la convivencia?.Maturana dice que las teorías orientan nuestro
vivir y se transforman en nuestras certidumbres, son nuestro cúmulo de
conocimientos …. pero ese conocimiento, ese saber, esas teorías,
paradójicamente restringirían la reflexión. La reflexión no sería un acto en la razón sino un acto en la emoción.
Es el hogar el primer lugar dónde comenzamos a reflexionar a través de las
preguntas, a preguntarnos por lo que hacemos y cómo hacemos las cosas, a través
del lenguaje. Cuando un niño pregunta ¿cómo se hace? Es porque busca hacerlo
bien y aprende a vivir en un espacio donde hay placer en hacer las cosas bien
si es escuchado, si es visto por otro, si es respetado por otro. Pero para esto
debe haber disposición, tiene que importarme el otro. Para Maturana vivir en el
lenguaje implica plasticidad concensual y la inteligencia plasticidad
conductual (no acumulación de conocimiento). “Los problemas de convivencia (espacio relacional humano) que se
presentan, no son de inteligencia, son de la emoción”. El miedo, la
competencia, la negación del otro, el no ser visto, el no ser escuchado,
restringe la plasticidad conductual (es decir la inteligencia), restringe la
reflexión, la atención. La única emoción
que no lo hace es el amor ya que está abierto a encontrar lo que
aparezca, solo a través de él podemos soltar nuestras certidumbres, nuestros
prejuicios, nuestras teorías, para ver, para mirar como un niño pequeño…luego
viene el razonar para luego escoger lo que queremos.
Amar es fundamental para la
convivencia. Cuando un niño le dice a su mamá “la profesora no me quiere…” lo
que dice es que la profesora no lo ve, no lo escucha, no lo respeta…lo
contrario, ser amado, ocurre cuando es
escuchado, es visto, sin prejuicios, sin supuestos. La importancia de esto es
que el espacio relacional donde vivimos, donde estamos en lo cotidiano nos
transforma… “nos transformamos en la
convivencia según la convivencia que vivamos”.Si estamos en un entorno de
amor nos vamos a transformar de una forma diferente a si estamos en un entorno
de competitividad y negación del otro. Los niños aprender del convivir de sus
maestros y maestras, si sus maestros reflexionan, si tienen la disposición de
preguntarse si es válido lo que piensa, si el maestro suelta sus certidumbres
de saber lo que cree que sabe y escucha…luego es libre para escoger y seguir lo
que quiere…¿quiere una convivencia democrática, de mutuo respeto, de
cooperación o una convivencia basada en imposiciones y competitividad?...
Ya viene el aplauso final para
Maturana y yo me retiro del salón más Maturanizada y en AMORada que nunca…
Patricia Miranda Alvarado
Psicóloga
Programa de Integración Escolar
Agosto 23 del 2012